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Los niños, en casa y en la calle, juegan con videoconsolas, se conectan a Internet, muchos tienen móvil e incluso tableta, están con el ordenador,… luego llegan al colegio y se sumergen en un mundo analógico, muy parecido al que tuvieron sus padres y abuelos, en una enseñanza donde siguen teniendo protagonismo la pizarra y las tizas, los libros de texto, los cuadernos de anillas, los lapiceros, etc. Es decir, pasan de vivir en el siglo XXI a retroceder, como poco, a finales del siglo XX; un mínimo de quince años, donde la evolución social y tecnológica han sido rápidas y continuas.
